20 jul 2010

Una fan enamorada

Las groupies y su importancia social en el desarrollo de la literatura peruana

No sólo existen dentro del ambiente de la música, sino también en cualquier actividad que incluye fama, gentío, pose, moda, rebeldía, etc. Dentro del ambiente musical ha habido incluso groupies famosas, que a la larga que convirtieron en esposas de sus ídolos, o simplemente sirvieron como vientre de alquiler. Así tenemos, por ejemplo Bebe Buell, a la mamá de Liv Tyler, una sex simbol en su tiempo que se acostó con varios músicos, entre ellos: Rod Stewart, Elvis Costello, Mick Jagger, Jimmy Page o David Bowiey.

Pasando al tema específico. En la literatura también han existido y existirán esta clase de seres que andan persiguiendo a los escritores consagrados y a los que pronto lo serán (algunas se huevean y siguen sólo a mediocres, aunque una buena groupie siempre tiene olfato de sabueso de aduana). Son seres que siempre están dispuestos a todo. Ojo que no me refiero sólo a mujeres, sino también a varones. En esta profesión, ambos géneros demuestran el mismo comportamiento: son serviciales, se ríen de cualquier cosa y mueven la cabeza en señal de afirmación cuando el objeto de culto dice cualquier estupidez.

Ellas normalmente son las responsables del éxito de un escritor. ¿Cómo? Pues fácil. Ellas compran sus libros, recomiendan y se acuestan con los críticos para sacar reseñas halagadoras, sobonas y zalameras. Además llenan las ferias de libros, estampan camisetas con la cara de su ídolo e imprimen pósters para pegar en la pared de sus habitaciones, justo en la cabecera de cama. Y qué más da, los escritores las aceptan, son parte del marketing gratuito, hay que tratar bien a la clientela y además hay que tener siempre un ron guardadito para cuando haya frío.

Los encuentras en los bares del centro, en cualquier recital, en los centros culturales, en los patios de las universidades y en las afueras de los medios de comunicación cuando entrevistan a los escritores. Son una especie de séquito que presta servicios especiales. Si tienen carácter fuerte, o son altos y macisos (o altas y macisas) prestan servicio de guardaespalda. Si tienen más bien un carácter dócil, prestan los servicios de geishas o hetairas. Y si más bien tienen carácter extrovertido, optan por la bufonería y están ahí para alegrarlos o servirle de sparring en todo momento.

L@s groupies se encargan de encender cigarros, pedir cervezas por ellos, chequear el bar antes de que entre el adulado para constatar de que no haya algún enemigo (o tal vez otr@ groupie), o de comprar la marihuana al fin de la batalla. Además tratan de sentarse lo más cerca posible en una reunión, aparecer en cada foto y si es posible: hacerse abrazar. En suma, es estar ahí para saber que existen. Por supuesto, también dicen tener o seguir el talento de sus semidioses. O sea, también tocan la guitarra, han compuesto algunas canciones o, en el caso de la literatura, han escrito algunos cuentos y poemas que han recibido buenos elogios de parte del venerado.

Para Freud, estos seres tienen trastornos emocionales ligados a traumas de niñez, debido principalmente a la falta de amor y seguridad por parte de los padres. Para la mayoría unánime, son pobres imbéciles en busca de identidad, en busca de reconocimiento irreconocible. Son sanguijuelas que reposan en un pozo de estiércol y chupan a todo lo que aparezca. Son loros que tratan de imitar al hombre, pero sólo alcanzan a repetir, y algunos sólo alcanzan a malograrte los tímpanos.

Las groupies normalmente, cuando andan solas, también logran tener un séquito pequeño. Se convierten en una especie de escuela móvil que con anécdotas (la mayoría exageradas o inventadas) sorprende a más de una y la excita tanto que ésta nueva groupie en potencia hace lo posible para superar a la maestra. De ahí salen obsesivas, acosadoras y hasta suicidas. Las ves leyendo best seller, o llevando librotes como “La guerra y la Paz”, “Los miserables”, o para no tener pierde: “En busca del tiempo perdido” o “Ulises” de Joyce, con estos últimos todos los escritores caen. Abren las puertas del Olimpo.

En los centros culturales se sientan en primera fila, aparecen con libros al final para que sean firmados. Se toman fotos, dan abrazos y algunas, como una conocida periodista peruana, se acuestan con ellos y logran ser reconocidas como al ex de tal o cual escritor. Otras más tímidas sólo dejan papelitos en los sacos, o piden correos electrónicos, teléfonos y todo con la excusa de una posible entrevista que aparecerá en una revista que nunca existirá. Es una estrategia, hay que sobrevivir, todo se vale, esta es la jungla hermanos de sangre, ser o parecer, pero aparecer.

Hay mucho que decir sobre ellas y ellos. Normalmente algunos dejan el groupi-ismo cuando alcanzan una cierta madurez mental, o cuando leen algo de la palabra “deicidio”. Entonces optan por la pose y pasan a ser snobs. Es una enfermedad agravada cuya medicina sólo te causa otra enfermedad para distraer al cuerpo. (F.R.)

**En la foto, Bebe Buell.

1 comentario:

Jaraweq dijo...

Es obvio que en todo tipo de actividad, que ganas por ahí un poquitin de fama, saltan las pulgas y te comienzan a chupar la sangre (y no solo eso), pero siempre van a estar ahí , y que seria de un escritor, sin una ruca en su vida?