12 mar 2009

Adiós Blanca Varela

Alberto Cortez y Facundo Cabral cantaban:
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río...


Está resabido que cuando un amigo se va se lleva parte de nosotros y los poetas, escritores, cantantes y todo aquel o aquello que nos ha aconpañado de alguna forma para hacer más soportable la vida y luego desaparece, nos deja sin un brazo, sin una pierna o simplemente sin un pedazo de vida.

Así, la muerte de Watanabe, de Eielson, de Pablo Guevara, de Washington Delgado, de José Adolph, etc., nos dejan desmembrados, solos, olvidados, quizás porque formaron parte de nosotros, quizás porque son nosotros y con toda nuestra egolatría, no queremos que nada cambie, o nada se vaya o nada se muera, solo porque nos hará sentir luego mal. Hasta nos sentimos mal cuando de chicos nos enteramos que Vallejo ya había muerto, que Neruda era un costal de huesos cuando naciste, o cuando Bukowski moría tú todavía no le encontrabas el gusto a la lectura porque estabas en el colegio, preocupado por saber qué decirle a tu primera enamorada.

Es así, una muerte, una pérdida, saber que también te irás, saber que el cielo no existe, que dios con ni con minúscula tampoco existe y que poco a poco se irán todos, que nada queda… Adiós Blanquita… despídete de Puerto Supe, de Barranco, de tus lectores que nunca te entendieron… buena suerte allí donde el tiempo no existe, no existe el polvo y menos estas palabras…


Casa de cuervos

porque te alimente con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mi
laberinto hijo mio

no es tuya la culpa
ni mia
pobre pequenio mio
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del dia
parpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosisima distancia
de tu cuerpo
tu nausea es mia
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es tambien el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mia tambien la huella
de tu talon estrecho
de arcangel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la musica extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnacion de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aqui me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme nada infinita
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque asi es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
musica que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los suenos
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacia sin extremos
y alli te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin mas obstaculo que tu cuerpo
sin mas puerta que tu cuerpo
asi este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tu mirandome
como si no me conocieras
marchandote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacia
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

(1980)